Leyenda del tesoro de los cinco reyes


Esta leyenda hace referencia al tesoro de los cinco reyes de la dinastía almorávide, cuyo último rey, Tesufín ibn Ali, habría muerto en la ciudad de Orán en el año 1145, a manos de los almohades, tras embarcar el tesoro real rumbo a Al Andalus (Andalucía)
Los rastros de este tesoro se perdieron, y fue Fray Agustín de Milla y Suazo, natural de Orán, quien en el siglo XVII recogió la leyenda en su manuscrito, aún inédito, titulado “Historia Eclesiástica y Secular de Málaga y su Obispado”, en el que señala como lugar de enterramiento del tesoro a la cueva del Higuerón en lo que ahora es El Cantal (Rincón dela Victoria)
Esta historia fue recogida más tarde en la obra “Conversaciones Malagueñas”, publicada en 1789 por D. Cristóbal Medina Conde, con todos los elementos de una leyenda, en la que no faltan el gigante ni el dragón.




Según este autor, un grupo formado por 17 hombres de reconocido valor se introdujeron en la cueva para buscar el famoso tesoro, y salieron aterrados, convencidos de haber visto “...estampada la figura de un animal extraordinario, que algunos à pesar de su miedo, y perturbación de los sentidos, calificaron de Caimán, u otro animal semejante”; y cuando ya salían “...entre las huellas confusas de sus calzados, advirtieron había una como de pies desnudos, que cada uno de ellos ocupaba más sitio que el ancho y largo de dos pies de los nuestros...” . En una de las salas laberínticas de la gruta se puede observar una formación rocosa que, con imaginación, se podría identificar con la forma de un gigantesco camaleón.

El profesor Laza Palacio encontró durante sus excavaciones un candil de cerámica en el que se habían introducido 6 monedas de oro almorávides, de la época de Alí ibn Yusuf. Su interpretación, después de conocer que para algunas tribus saharauis, herederas de las tradiciones almorávides, el número 6 es de gran valor mágico y supersticioso, fue que aquel tesorillo fue ocultado intencionadamente junto a una de las bocas de acceso a la cueva, como parte de un ritual mágico de ocultación del tesoro.




La leyenda se completa con la intervención de aquel personaje, llamado Antonio de la Nari, natural de Suiza, que pasó casi 30 años buscando el legendario tesoro de los cinco reyes mahometanos, abriendo con dinamita galerías y pasadizos, y que murió en 1847 en una de sus explosiones.


Los datos más antiguos que tenemos de la Cueva del Tesoro y de la leyenda de los Cinco Reyes se remontan al siglo XVIII.

La plataforma de abrasión, o rompeolas de El Cantal actual se encuentra bajo un acantilado calizo que emergió del mar gracias a los movimientos a los que se ve sometida la costa. Al repetirse varias veces este movimiento, podemos observar la existencia de antiguos acantilados y plataformas.