Reflejos en el recién nacido

Por todos es sabido que los bebés nacen inmaduros en muchos sentidos y, sobretodo, muy dependientes. Los seres humanos somos lo que se dice una “especie altricial”, que significa que nacemos muy poco desarrollados, teniendo que crecer y madurar en el exterior hasta llegar a tener las mismas características que una persona adulta.

Esto, sin embargo, no quiere decir que los bebés no sepan hacer nada, ya que nacen con una serie de reflejos que les ayudan a buscar y conseguir la comida, a evitar peligros, etc.

Aquí tienes los principales reflejos del recién nacido:

Reflejo palmar o de agarre
Es el reflejo que se produce cuando tocamos la palma de la mano del bebé. En el momento que nota algo en su palma cierra la mano agarrándose con fuerza. Este reflejo les sirve para coger cosas y para buscarlas.

Reflejo de Babinski
El reflejo de Babinski es el que se produce cuando se le roza el empeine exterior del pie al bebé. Lo que sucede es que el recién nacido estira y gira los pies hacia adentro.
Se trata de un reflejo infantil que debe perderse entre los 12 y los 24 meses, a medida que el sistema nervioso se va desarrollando.

Reflejo de marcha
Es el que aparece cuando cogemos al bebé con los dos brazos y lo ponemos derecho con los pies apoyados en una superficie lisa. El bebé levantará una pierna y luego la otra, como si caminara. Según se dice, podría ser un movimiento precursor de la marcha que efectuará cuando tenga de 10 a 12 meses.

Reflejo de moro, de sobresalto o de paracaidista
Es un reflejo que produce a los bebés un estado de rigidez que le ayuda a conseguir el equilibrio o a emitir una señal de petición de ayuda.

Se consigue cogiendo al bebé de las manos, haciendo el gesto de levantarlo tirando de ellas, pero sin hacerlo realmente, y soltándole las manos rápidamente. El bebé abrirá los brazos bruscamente.

Como curiosidad, éste es el reflejo que servía, en cierto modo, a los espartanos para seleccionar a los niños que iban a ser guerreros o no. Los espartanos cogían a los bebés y los dejaban caer al suelo. Aquellos con un reflejo de moro más acentuado que les hiciera adquirir tal rigidez o postura que les ayudara a sobrevivir eran dignos de ser guerreros. Los que no sobrevivían no habrían sido buenos guerreros (según ellos, claro)

Reflejo plantar
Es como el de prensión de la palma de la mano. Se da cuando acariciamos la planta del pie del bebé. El bebé flexionará los dedos hacia el estímulo.
Se trata de un reflejo que queda como residuo evolutivo de los días en que caminábamos a cuatro patas en los primeros momentos de nuestra evolución como especie humana.

Reflejo de succión
Es el reflejo que le ayuda a conseguir su alimento y a tranquilizarse y consolarse que consiste, simplemente, en la capacidad de succionar cuando se agarra al pecho.