El skeleton es la más antigua de estas tres modalidades. Nació como tal a finales del siglo XIX en St. Moritz, Suiza cuando un inglés llamado Child introdujo un nuevo trineo de metal cuya forma recordaba a un esqueleto humano, de ahí su nombre.
Al igual que en el luge y en el bobsleigh es muy importante la salida, que tiene que ser explosiva para ganar velocidad lo antes posible, de ahí que se utilice un calzado especial con la máxima adherencia. Una vez alcanzada velocidad en los primeros 50 metros el piloto se coloca boca abajo en el trineo, procurando que su postura sea lo más aerodinámica y plana posible.
El casco que se utiliza tiene una protección especial en la barbilla, ya que la cara del resbalador pasa muy cerca del suelo. Los trajes que se utilizan actualmente están fabricados con fibras sintéticas y especialmente diseñados para ajustarse al cuerpo y ofrecer la mínima resistencia al aire.
Otra característica importante es que no existe un volante o timón para afrontar las curvas, sino que es propio piloto el que carga su peso hacia un lado u otro según la dirección que deba tomar el trineo.
A diferencia del luge o el bobsleigh, en el skeleton sólo existe la modalidad individual, y las competiciones se celebran en dos mangas, sumándose los tiempos conseguidos en ambas y ganando el piloto que totalice menor tiempo.