La del deporte femenino es la historia de una lucha. A lo largo de los siglos, las mujeres han tenido que abrirse paso en contra de los prejuicios y las trabas que les ponía una sociedad que creía que ellas no podían, o no debían, hacer deporte.
Aún queda mucho camino por recorrer para que el deporte femenino se equipare al masculino. El peso de siglos de discriminación aún se hace notar.
Sin embargo, gracias a la lucha de muchas mujeres a lo largo de los siglos, hoy en día se considera normal en la mayoría de países que ellas participen en competiciones profesionales o hagan deporte como aficionadas.
La Antigüedad
En los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia, que se celebraban hace más de dos mil años, solo podían participar los hombres. Las mujeres casadas tenían prohibida la entrada, mientas que las solteras únicamente podían participar como espectadoras.
Debido a esta marginación, las griegas organizaron una competición femenina: los Juegos Héreos en honor a la diosa Hera . Nos ha llegado muy poca información sobre ellos pero se sabe que solamente participaban féminas y se celebraban cada cuatro años. Consistían en carreras en tres categorías de edad. Corrían con el pelo suelto, una túnica hasta la rodilla y el hombro derecho al descubierto hasta el pecho.
Durante la época romana, todos estos juegos se prohibieron porque se consideraban celebraciones paganas.
La Edad Media
En Europa, a lo largo de la Edad Media, no estaba bien visto que las mujeres se entretuvieran con tareas físicas por eso su participación en las competiciones deportivas fue prácticamente nula. Solo las mujeres de clase alta, en algunos casos, practicaban la hípica o la caza.
Durante la misma época, en China se popularizaba entre las mujeres el cuju, una especie de fútbol primitivo. Algunos grabados muestran a mujeres practicando este antiquísimo juego de pelota.
La Época Contemporánea
El deporte moderno se fue desarrollando a lo largo del siglo XIX. En 1896 se organizaron las primeras Olimpiadas modernas, aunque en aquella ocasión tampoco participaron mujeres, y en las siguientes ediciones fueron muy pocas.
El Comité Olímpico Internacional (COI), la institución organizadora de los Juegos, rechazaba que la mujeres participaran en muchas competiciones (como el atletismo) porque consideraba que no eran adecuadas para ellas.
En respuesta a esa discriminación de género, un grupo de mujeres deportistas montaron unos Juegos Mundiales Femeninos en 1922 y 1926. El encuentro cada vez reunía a más participantes, lo que obligó al COI a rectificar y abrir los Juegos Olímpicos a atletas femeninas.
Aunque la participación femenina en las Olimpiadas ha aumentado muy lentamente, esta competición ha contribuido a popularizar el deporte femenino gracias al impacto de algunas figuras destacadas.
Una de ellas fue Nadia Comaneci, que protagonizó un momento mítico de la historia olímpica: en Montreal 1976 demostró la capacidad física y técnica que podían alcanzar las mujeres al convertirse en la primera gimnasta que obtenía un diez en una competición.
Nadia en los Juegos Olímpicos de Montreal (Canadá) 1976
Hacia la igualdad
Actualmente el deporte femenino está cada vez más normalizado en sociedad y hay algunas deportistas mundialmente famosas, especialmente en disciplinas como el tenis, donde destacan las hermanas Williams...
O la española Carolina Marín en Bádminton...
Sin embargo, el deporte femenino aún está a mucha distancia del deporte masculino en relevancia, salarios o número de personas que lo practican. Hay que realizar un gran esfuerzo para conseguir la igualdad entre géneros también en este ámbito.
Fuente consultada: Diario "La Vanguardia"