La piscina es un escenario habitual en cualquier época del año, pero en este escenario son habituales una serie de microorganismos conocidos como hongos, ya que el calor y la humedad de las piscinas es el caldo de cultivo ideal para que los hongos proliferen. Estos hongos son un riesgo para nuestra salud y por ello es necesario que tomemos las medidas oportunas para evitar que nos afecten y nos den más de un disgusto en verano. Simplemente bastará con algunos gestos sencillos que no debemos pasar por alto nunca.
En primer lugar es importante que tengamos a mano el calzado. Las chanclas o zapatillas de goma son un aliado perfecto a la hora de evitar que los hongos nos afecten. Siempre debemos llevar puestas las zapatillas y las chanclas, sobre todo en las zonas húmedas expuestas al sol, pues es el lugar idóneo para la cría de hongos. Siempre debemos ir con ellas tanto a la hora de acercarnos a la piscina, como al andar sobre las losetas o la hierba, así como en los vestuarios y las duchas de la piscina, pues todos estos lugares pueden ser un foco de microorganismos.
No sólo en el agua estancada pueden proliferar los hongos sino que dentro de la piscina podemos arrastrar parte de estos microorganismos si los llevamos en los pies. Para evitar esto es necesario que antes y después de meternos en el agua a nadar nos demos una ducha, ya que esto nos ayudará a eliminar estos posibles microorganismos que pueden estar en nuestro cuerpo. Al igual que debemos ducharnos es importante evitar la humedad en algunas partes de nuestro cuerpo, para ello lo que haremos será secarnos concienzudamente para que se mantengan secos tanto los pies como el resto de partes del cuerpo en las que se acumula la humedad y pueden proliferar los hongos.